La industrialización ha cambiado drásticamente nuestro modo de cultivar y preparar los alimentos para el consumo. La agricultura intensiva, a gran escala y los ciclos más cortos de cultivo han agotado la tierra y derivado en una disminución de los nutrientes que puede aportar a los alimentos.

La OMS considera que las granjas industriales no son un proceso de agricultura sostenible y en su lugar aboga por las pequeñas  granjas orgánicas que fomentan la biodiversidad.

Por otro lado, la industria alimenticia cada vez ofrece alimentos con más aditivos y calorías y menos macro, micronutrientes, vitaminas, minerales y oligoelementos.

En el mundo desarrollado existe un excedente de calorías, pero una carencia de micronutrientes. La población en general depende demasiado de alimentos procesados empaquetados, altos en sal, azúcar, aceites no saludables y productos derivados de los cereales que son problemáticos para muchos consumidores.

Lo más lamentable es que todo sigue igual a pesar de que cada vez hay más literatura acerca de los beneficios nutricionales de la eliminación de los alimentos muy procesados, ricos en calorías, grasas saturadas, grasas trans y las bebidas carbonatadas endulzadas de modo natural o artificial.

NUTRICION Y DOLOR

Dicho todo lo anterior ahora hablemos de la relación dolor-nutrición.

Sabemos que el dolor conlleva un grado de inflamación por aumento de moléculas pro inflamatorias (citoquinas, prostaglandinas, proteasas, etc.) a nivel sistémico y local que contribuyen a la sensibilización de los receptores periféricos y centrales involucrados en el dolor lo que predispone a la aparición y/o perpetuación del dolor. Por tanto toda acción que contribuya a bajar el estado inflamatorio derivará en un alivio del dolor y viceversa.

De otra parte el organismo necesita de cofactores, macro y micronutrientes como las proteínas, las grasas, las vitaminas y minerales que son indispensables en múltiples reacciones anabólicas y catabólicas involucradas en la reparación de los tejidos (músculos, ligamentos, tendones, cartílago, hueso, piel, etc.) y conservar la salud, la estructura y las múltiples funciones metabólicas de la célula. Por tanto un déficit de nutrientes generará un desequilibrio y predispondrá a una disminución de la capacidad regeneradora y reparadora del organismo.

Por todo lo anterior es que el enfoque integral del dolor debe incluir también un abordaje del estado nutricional del paciente. “Sabemos que cada vez que comemos cambiamos la química de nuestro organismo”. Es decir, podemos aumentar o disminuir la inflamación con la elección de los alimentos que ingerimos.

La inflamación excesiva aumenta el daño que producen los radicales libres en los tejidos, impide el funcionamiento de los mecanismos de curación y reduce el pH a unos niveles en los cuales las reacciones enzimáticas normales, esenciales para la función celular dejan de ser óptimas.

Sabemos que los alimentos altos en calorías provocan resistencia a la insulina, diabetes, obesidad y un nivel elevado de HbA1c (hemoglobina glicosilada, una prueba que mide de mejor manera los niveles de azúcar en sangre). Todas éstas alteraciones están asociadas a un estado pro inflamatorios elevado que predispone a una mayor probabilidad de dolor crónico y  a una mala respuesta a los tratamientos contra el dolor.

Por tanto un ajuste de la nutrición, la prescripción de suplementos nutracéuticos específicos y la suplencia adecuada de las vitaminas y minerales para lograr niveles óptimos más no “normales” de éstos y la adopción de una alimentación antiinflamatoria, como la dieta mediterránea -que contiene mucha verdura, legumbres, fruta, granos integrales, pescado y aceites saludables, pero poca carne, pueden mejorar las características de la salud en general, reducir la inflamación, elevar la capacidad regenerativa celular y mejorar la respuesta de los tratamientos contra el dolor.

Si usted sufre un dolor crónico, artrosis, degeneración osteoarticular, hernia discal, etc… de difícil manejo lo invitamos a que consulte a Clínica Sindol especialistas en el manejo integral del dolor crónico musculo esquelético.